sábado, 18 de octubre de 2014

Embalse del Salto al puente de las Grajas (Comarca del Alto Guadalquivir)

Ubicación: El Carpio, Córdoba, España

Breve descripción

Muy cerca de Córdoba, a treinta minutos por la autovía en dirección a Madrid, se localiza un enclave de gran singularidad, que tiene el raro privilegio de aunar en un reducido espacio los más diversos atractivos: naturales, arquitectónicos, históricos, y deportivos o de ocio. El embalse de El Salto, también llamado de El Carpio por su cercanía a dicha localidad, se encuentra en realidad compartido por tres términos municipales: Adamuz, Pedro Abad y el mencionado de El Carpio. La presa se localiza en una cerrada del río Guadalquivir, entre el Peñón de Vicálvaro, de 283 metros de altitud, y el cerro Alcurrucén, de 283 metros, nombre este último de gran interés histórico, ya que en la antigüedad aquí se asentó el municipio romano llamado Sacili Martialium.
El embalse de El Carpio es uno de los más pequeños de la provincia de Córdoba, con tan sólo 18 hectómetros cúbicos de capacidad. Fue concebido en su origen para aprovechamiento hidroeléctrico del agua, y de paso, para construir un puente demandado insistentemente por las poblaciones de Pedro Abad y Adamuz, comunicadas antes por barca. Tradicionalmente, esta masa de agua ha venido siendo aprovechada para la captura de especies piscícolas, como carpas y black-bass, sobre todo por pescadores de los pueblos cercanos,
Pero lo que dota de máximo interés a este paraje, es precisamente la construcción que hizo posible la aparición de esta lámina de agua de 376 hectáreas. Así, el conjunto denominado Presa El Salto, y su entorno, en El Carpio, ha sido declarado Bien de Interés Cultural (BIC) por la Junta de Andalucía, con la categoría de Monumento, según Decreto 243/2003, de 29 de julio. Asimismo, el bien y el entorno declarados han sido inscritos en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz. Se compone de dos núcleos arquitectónicos distantes entre sí un kilómetro y unidos mediante un túnel: la presa y la central eléctrica.
La presa de El salto fue construida en un lugar donde existían unas antiguas aceñas, entre los años 1919–1922, e inaugurado por el rey Alfonso XIII, ejecutando la obra la compañía de ingeniería madrileña Mengemor. Su director, el ingeniero Carlos Mendoza Sáez, realizó el proyecto de obra civil, haciéndose cargo de la parte arquitectónica el arquitecto Casto Fernández-Shaw e Iturralde. El proyecto fue premiado en 1925 con la medalla de oro de la Exposición Internacional de las Artes Decorativas de París.
La presa o salto de agua fue edificada a base de hormigón, tratada exteriormente con un revestimiento del mismo material, con juntas señaladas a imitación de sillares a soga y tizón. Su resolución arquitectónica muestra un diseño de recreación neomudéjar, destacando el magnífico pórtico con arco de herradura y torreta poligonal inspirada en la arquitectura militar islámica. Los dispositivos mecánicos de este ingenio están perfectamente diseñados, atendiendo al uso y a su función, con soluciones llenas de ingenio y meticulosidad, que, además de su idoneidad técnica, está llena de valores artísticos.
Por su parte, en la Central hidroeléctrica de El Carpio destacan sus dos cúpulas blancas, y como detalle ornamental, la cabeza de un elefante, tallada por Juan Cristóbal, que sirve de ménsula a un pe­queño balcón con arco neomudé­jar y que pretende simbolizar los 10.000 caballos de potencia de la central.
Con el tiempo, la lámina de agua del embalse se ha ido dotando de un cinturón de eneas que en muchas ocasiones impide acercarse a las orillas. Los abundantes eucaliptos se acompañan de álamos blancos, que forman un denso bosquete en la desembocadura del arroyo Tamujoso. Numerosas aves pueden ser observadas en este embalse. Posadas en los árboles es posible avistar garcillas bueyeras, garcetas blancas, garzas reales y cormoranes grandes, sobre todo en invierno. Entre las eneas deambulan los calamones, gallinetas; y en primavera, también avetorillos, martinetes y alguna garza imperial. Finalmente, en las aguas libres nadan los ánades azulones, patos cucharas, fochas y zampullines chicos. Todo un paraíso para el observador de aves.
Podemos iniciar el itinerario en la misma central hidroeléctrica, conectando con la pista que conduce a la finca La Reyerta. En esta zona, por el margen derecho del Guadalquivir, discurría la Vía Augusta, que, tras pasar por los actuales cortijos de Santa Ana y de Mudapelo, cruzaba el río y continuaba coincidiendo con el conocido hoy como camino de El Carpio a Villafranca de Córdoba.
Al occidente de la central hidroeléctrica se atraviesa una antigua vía pe­cuaria conocida como “camino antiguo de El Carpio a Adamuz o de la Barca”, que partiendo de El Carpio conducía a la casa de la Barca, donde existía un molino y poste­riormente un barco que cruzaba a la orilla opuesta, para proseguir hasta el pueblo de Adamuz. A mediados del siglo XIX, Ramírez y Las Casas Deza decía de este camino que discurría por medio de olivares y huertas, y el dueño de la barca tenía la obligación de “pasar de valde” a los vecinos.
Desde el camino de la Reyerta tomamos un desvío que asciende hasta el cerro de Las Huelgas (1), y por senderos de ovejas conectaremos con un carril que lo recorre toda la cuerda del cerro. Podemos comprobar que son varios los senderos que parten de la carretera CO-3107 y ascienden a esta loma, que alcanza en su punto más elevado los 288 metros de altitud. Por ejemplo, unos 100 metros antes de llegar al punto kilométrico 5, parte a la izquierda un camino que asciende a lo alto de la loma, y que viene a desembocar al mismo sitio, pasando por un roquedo desde donde se obtienen espléndidas panorámicas del meandro de Alcurrucén (2). Este punto constituye otro lugar adecuado para iniciar el recorrido.
Si el carril que recorre la loma lo seguimos hacia el suroeste llegaremos a una explotación de ganado ovino que en los planos figura como casa del pastor. Hacia el noroeste, el camino nos conducirá hasta el punto más alto del cerro, cerca de un cortafuegos que se atraviesa transversalmente, Si descendemos por el mismo, a la izquierda, llegaremos a un collado, donde se conecta de nuevo con la vereda de la Barca, que desde el río Guadalquivir va siguiendo el cauce del arroyo del Parroso, que marca el límite entre los términos de El Carpio y Villafranca. La vereda continúa por la vaguada que desciende al norte, hasta salir de nuevo a la carretera, ofreciendo una espléndida vista de los peñascales que dan al valle del Tamujoso, donde cría el búho real.
Mirador de Sierra Morena (vista de Adamuz)
Atravesamos la carretera CO-3107 para acceder a la orilla del arroyo del Tamujoso, que seguimos aguas arriba por su margen derecha hasta salir de nuevo a la carretera en el puente situado en las cercanías de la peñón del Jituero. Si prestamos atención, en los pequeños remansos de este curso de agua podremos sorprender al azul martín pescador en su posadero, aguardando que algún pececillo se ponga al alcance de su certero pico; al escucharnos, los galápagos chapotearán huyendo en el agua; y currucas, mitos, mosquiteros y mirlos, entre otras aves, saldrán a nuestro paso de los álamos, tarajes, zarzas y adelfas. Posados en los troncos secos que emergen de la lámina de agua se pueden ver en invierno cormoranes grandes y garzas reales.
Peñón del Jituero
En la orilla del Tamujoso se localiza el Peñón del Jituero, un paraje de especial interés para la práctica de la escalada. Su geomorfología, formada por bloques de arenisca silícea del Devónico de hasta cuarenta metros de altura, y su idónea orientación Sur-Oeste, permiten la práctica de este deporte incluso en los meses más adversos. Dos factores han determinado la aparición de este crestón: la disposición subvertical de los estratos y la mayor resistencia a la erosión que los materiales adyacentes. Existen 25 vías profesionalmente equipadas con diferentes niveles de dificultad y dos puntos fijos para la práctica de rappel, además se puede llegar a su cima a través de un camino de acceso.
Desde el peñón del Jituero enlazamos con la vereda del Carpio, por un sendero algo empinado, regalando buenas vistas del curso bajo del valle del arroyo Tamujoso en su encuentro con el Guadalquivir, a la altura del embalse de El Salto; y también de la Campiña, con el pueblo de Bujalance en el fondo, fácilmente identificable por su esbelta torre.
Al principio predominan los materiales primarios, entre los que destacan pizarras del carbonífero, de color oscuro; pero poco a poco el tono del suelo del camino va cambiando, volviéndose más encarnado. Las responsables de este cambio de coloración son las areniscas triásicas (Era Secundaria), de inconfundible color rojizo, entre las que se pueden encontrar retazos de materiales miocénicos (terciarios); en ambos casos se trata de conjuntos que, depositados al pie de Sierra Morena, sufrieron con ésta un levantamiento en los últimos momentos del Plegamiento Alpino, resultado del cual será la ubicación de los mismos a mayor altitud que sus coetáneos al otro lado del Guadalquivir, ya en la Campiña. Estos materiales, suavemente basculados hacia el Norte, constituyen el techo de una formación de edad Triásica que aparece aquí y se extiende hacia el sureste, en dirección a Montoro.
La vereda del Carpio es aquí un angosto sendero, a tramos rodeado de gavias de piedra, y un poco más hundido que los terrenos circundantes. La presencia de esta vía pecuaria, escoltada por setos de matorral y encinas dispersas, rompe la monotonía del paisaje de olivar, caracterizado por la existencia de un marco regular de plantación. El matorral que la circunda es abundante y rico por su biodiversidad, destacando el romero, coscoja, lentisco, cantueso, aulaga, jara y zarzaparrilla; en primavera crece profusamente la orquídea del hombre (Orchys italica).
El sendero desemboca en un camino de mayor entidad, y a continuación daremos con un cruce, ya que en este punto se cruza la vereda de Obejo a Pedro Abad, por la que continuamos hacia la izquierda. Esta vereda discurre por el límite de un olivar, ofreciendo vistas formidables del valle de Tamujoso, que forma en este tramo un acusado meandro. Por un camino rodeado de pitas llegaremos al puente de la carretera A-421, entre Villafranca y Adamuz; por debajo del mismo se dispone el viaducto del antiguo trazado, conocido como puente de Las Grajas. Al lado de la carretera está el merendero municipal, donde se localiza la galería hidráulica de las Tobosas (3), y donde puede finalizar el recorrido.
Vistas desde el Mirador del meandro de Tamujoso
Cabe la opción de ampliar el itinerario unos cuatro kilómetros más, continuando por un sendero que parte de la antiguo trazado de la carretera A-421, para cruzar el arroyo Tamujoso y conectar con un camino que rodea el cerro de los Rabuelos, y ofrece buenas vistas de los meandros del Tamujoso. El camino sale de nuevo a la carretera para proseguir paralelo a la misma, cruzar al otro lado de la misma y llegar hasta el mirador de Sierra Morena. Llegamos así a Las Mojoneras, y por debajo del viaducto del nuevo trazado de la carretera, conectar con un tramo abandonado de la misma, principal acceso al monte público de La Sierrezuela, donde finalizaría el recorrido

Información de la ruta: Pulsar aquí

Emplazamiento




Dificultad estimada: Media-baja

Fecha: 18/10/2014

Distancia Total: 13,10 Km.

Altitud: 

Max: 346 m. 
Desnivel acumulado en ascenso: 394 m.

Min: 149 m. 
Desnivel acumulado en descenso: 397 m.

IBP: 45HKG

- Fotografías
por cortesía de Julio D. Jiménez©aquí 
por cortesía de Eugenio Pérez-Aranda©: aquí
por cortesía de Juan Carlos Coleto©:aquí


Mapa


Perfil



Información complementaria





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Mirador meandro del Tamujoso